Cómo limpiar la nariz de un bebé con lavados nasales: guía completa
Cuando los bebés se resfrían, respirar se convierte en una tarea difícil debido a la congestión nasal. Con la ayuda de los lavados nasales, se puede aliviar el malestar y garantizar una mejor respiración. Aquí te explicamos cómo hacerlos de manera efectiva.

¿Por qué los lavados nasales son importantes para los bebés?
Los bebés no saben respirar por la boca, por lo que cuando tienen mocos, respirar se vuelve complicado. Es ahí donde entran en juego los lavados nasales. Con suero fisiológico, se pueden humedecer las fosas nasales del bebé para aflojar la mucosidad y, así, facilitar la respiración.
¿Cuántos lavados nasales hay que hacer al día?
No hay una regla estricta que determine cuántos lavados nasales hay que hacer. La cantidad dependerá de las necesidades del bebé. Es importante hacer suficientes lavados como para que el pequeño esté cómodo y pueda respirar mejor.
¿Cómo se deben hacer los lavados nasales?
Es importante tener en cuenta que no se deben usar con mucha frecuencia los aspiradores de secreciones, ya que la presión de succión puede causar daños. Una o dos veces al día es suficiente, solo en caso de que haya mucho moco para aspirar.
Para limpiar la nariz del bebé con suero fisiológico, hay diferentes sistemas disponibles en farmacias. Elige un envase pequeño y desechable, ya que usar el mismo frasco para distintos resfriados puede favorecer la propagación de microorganismos. Además, asegúrate de que cada niño tenga su propio equipo.
¿Cómo hacer los lavados nasales?
A continuación, te ofrecemos algunos consejos que te ayudarán a hacer los lavados nasales con éxito:
- Es recomendable hacer los lavados antes de dormir y antes de las tomas en los bebés. Puedes aplicar de 1,5 a 2 ml en cada fosa nasal en niños pequeños y hasta 5 ml en niños mayores. Asegúrate de que el suero esté a temperatura ambiente para evitar molestias al bebé.
- Tumba al bebé, boca arriba o boca abajo, dependiendo de lo que sea más cómodo para él. Procura girar la cabeza hacia un lado y evita que la postura le haga moverse demasiado.
- Echa el suero por una de las fosas nasales del bebé, con enérgia pero sin forzar. Ayúdalo a mantener la cabeza firme con una mano o apoyada en tu brazo.
- Luego, si tienes la suerte de que el bebé la expulse por sí solo, puedes dejarlo así. De lo contratio, puedes intentar masajear su pequeña nariz, para reblandecer y ayudar a que lo expulse.
- Repite la misma operación con la otra fosa nasal del bebé. Si las secreciones siguen sin salir, puedes darle unos golpecitos suaves en la espalda, con cuidado de no lastimarlo.
- Si la nariz está muy obstruida, se puede echar un poco de suero, masajear para reblandecer y volver a echar más suero.
- Los niños mayores son capaces de realizarse los lavados ellos mismos, inclinando la cabeza hacia un lado y posteriormente al contrario, y echando el suero por el orificio nasal que quede más arriba.
Conclusión
Los lavados nasales son una herramienta muy útil en el cuidado del bebé. Realizados correctamente, pueden ayudar al pequeño a respirar mejor y a disminuir la incomodidad en el proceso. No dudes en seguir estos consejos y ponerlos en práctica lo antes posible.